¿Es el Balance una buena base para valorar una empresa?

¿Sería el balance de situación una buena base para valorar una empresa? Tras analizar lo propio con la cuenta de resultados, vamos a tratar de determinar si el balance nos sirve como base de valoración de una empresa.

Primero de todo vayamos a la definición. El balance de situación sería un documento que representa la imagen fiel y real de una empresa en un momento dado, es decir, es una foto fija de la situación patrimonial de la empresa, el conjunto de bienes, derechos de cobro y obligaciones de pago. Lo que tiene, lo que le deben y lo que debe.

En tal caso, el balance debería de estar dándome una idea del valor patrimonial, los bienes más los derechos de cobro menos las deudas, sería, en principio, el patrimonio de una empresa, que en un momento dado se podría considerar lo que vale.

Pero analicémoslo en más profundidad.

El Inmovilizado material

En el caso de Inmovilizado material, el criterio principal de registro es el de coste histórico, es decir, registramos las operaciones por lo que nos costaron en su día. Luego, a través de la amortización, vamos deduciendo el valor en función de su uso. Pero ¿esto es cierto? Depende del caso. Por ejemplo, una furgoneta va perdiendo valor en función del propio uso y del tiempo desde su matriculación, por tanto, en la medida que esa amortización esté bien calculada, me estaría dando un valor aproximado de ese bien.

Para el caso de una maquinaria podríamos considerar más o menos lo mismo.

Estamos dando por sentado que, en caso de liquidar ese activo material, obtendríamos un precio de venta similar a su valor. Es mucho suponer, pero podría ser.

Bienes inmuebles

Para el caso de un bien inmueble el tema se complica bastante. Seguimos registrando por el precio histórico y vamos amortizando la construcción, pues se supone que el suelo no pierde valor, pero esto dista mucho de la realidad. Hemos sido testigos que el valor de un inmueble tiene la capacidad de subir o bajar mucho en el tiempo. En tal caso, el registro de ese inmueble a coste histórico, ¿reflejaría una imagen fiel y real del valor del patrimonio de una empresa?

Inmovilizado inmaterial

Y ¿qué pasaría en el caso del intangible? Imaginemos una app que hayamos desarrollado. Su valoración sería bien por el valor de las facturas del desarrollador, bien por el coste de las nóminas de los programadores contratados. Pero ¿vale realmente eso? A nosotros, en principio sí, porque es lo que nos ha costado y es la inversión que estaríamos tratando de rentabilizar, pero ¿tendría valor para un tercero? ¿Podríamos venderlo en el mercado? Podría valer mucho, o nada, en función de la utilidad que pueda tener ese software para un posible comprador. Por tanto, considerar ese valor dentro del valor del patrimonio de la empresa resulta, también, bastante aventurado.

Inversiones financieras.

El valor de participaciones en otras empresas también es controvertido. Inicialmente la registramos por su precio de adquisición, pero luego deberíamos irlas ajustando a su valor. Si son acciones que cotizan en bolsa puede ser sencillo, dado que hay un mercado de intercambio de esos títulos, pero si no cotizan no es fácil determinar ese valor, y es precisamente lo que estamos tratando.

El activo corriente

Existencias

Con el activo corriente pasarían cosas parecidas. El stock que tuviéramos, ¿cuánto vale? En principio estaría también registrado por el precio de adquisición, pero ¿efectivamente es su valor? De entrada, el que esté valorado al precio de adquisición, si nosotros fuéramos a venderlo con un determinado margen, no marca el valor de nuestro patrimonio, tenemos algo que nos va a generar más dinero que el valor por el que está registrado en libros, por lo que el valor de nuestro stock, de entrada, estaría distorsionado.

Pero esto no es lo único. También habría que determinar si efectivamente vale eso. ¿Cuánto vale una mercancía que en el último año no he podido vender? Bastante poco, ¿verdad?

Cuentas a cobrar

Por no hablar de las cuentas a cobrar. ¿Qué pasa con esos importes que pueden llevar desde tiempos inmemoriales en nuestro balance? ¿Realmente son valen las cuentas a cobrar ese valor? ¿Vamos a convertir en dinero la totalidad?

Las obligaciones de pago

Las deudas que tenemos se registran por su importe, es decir, si me prestan un millón de euros tendré una deuda por ese millón de euros, aunque todos sabemos que tenemos que pagar más que ese millón, porque, además, se va generando una deuda por intereses que tenemos que ir satisfaciendo al banco.

Pero, aun así, la liquidación de una deuda antes de tiempo puede generar incrementos o disminuciones del importe a pagar por descuentos, comisiones, etc.

El Patrimonio Neto

Dentro del patrimonio neto nos encontraremos el capital y reservas, los beneficios no distribuidos de ejercicios anteriores, que en conjunto deberían determinar el valor del patrimonio neto, es decir, bienes más derechos menos obligaciones. Pero, como ya hemos visto, el valor de esos bienes, derechos y obligaciones no es algo objetivo, está sujeto a múltiples consideraciones y su valor real puede ser muy superior o inferior a lo registrado en el balance.

El Balance como base de valoración de una empresa

Por tanto, el considerar el balance como una forma de valorar una empresa parece que se queda bastante corto, por mucho que se hable de imagen fiel de una empresa, de una fotografía que refleja el valor patrimonial, hay multitud de datos que, ni de lejos, reflejan el valor real del patrimonio.

Pero ¿es el valor del patrimonio el valor de una empresa? Puede, evidentemente, conformar una parte de ese valor, pero desde luego no lo es todo. Por hacer una comparación, ¿podríamos valorar a una persona (entiéndase el símil) por el valor de su patrimonio? Estaríamos valorándola por el valor de lo que tiene, dejando fuera el valor de lo que podría obtener. Pues el balance de situación lo que hace es mostrar lo que una empresa tiene en un momento dado, sin analizar lo que podría obtener en el futuro.

Por tanto, podemos concluir que, si bien un balance de situación es una buena herramienta para entender la posición patrimonial de una empresa, se queda tremendamente corta como herramienta valorar tanto ese patrimonio, como el valor de la empresa.

 

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