¿Es malvado el beneficio?

Beneficio. Palabra maldita. No creo que haya palabra peor que “beneficio”. Puede que “lucro”, que suele ir acompañada de “ánimo” o “afán”. Se refiere a lo mismo y, como tal, es malo.

Vamos a tratar de desentrañar qué es eso de beneficio, qué función tiene y si, de verdad, es tan malo.

Qué es el beneficio

Podríamos definir beneficio como la ganancia obtenida en un proceso económico y se calcularía como el total de ingresos menos el total de gastos. En esencia, compro y/o produzco algo, esto me provoca unos costes que yo afronto, la compra del producto y/o materias primas, el coste de producirlo, como los sueldos, suministros, alquileres, etc., y, finalmente, lo vendo por un importe. La diferencia entre ese precio de venta y los costes es el beneficio.

Es esa diferencia entre el precio de venta y los costes lo que ocasiona el conflicto. ¿De dónde sale esa diferencia?

  • Las teorías marxistas indican que esa diferencia se le estaría quitando a los trabajadores, explotándolos para que el “empresario” se quede con el fruto de su trabajo.
  • Se habla también de beneficio excesivo. Si es muy alto es algo objetivamente malo.
  • Se habla de empresas cuyo único objetivo es sacar beneficio.

Avaricia, lucro, usura… múltiples palabras para definir negativamente esa obtención de beneficio. No parece que tenga buena prensa, la verdad.

Qué se esconde detrás del beneficio

Pero vayamos al concepto. Para producir cualquier mercancía, o servicio, se necesitan unas materias primas, que se pagan, y nadie lo pone en cuestión. Se tienen otros costes directos e indirectos, como luz, agua, transporte, alquiler, etc.; y nadie pone en duda que no haya que pagarlos. Se requiere a un personal que cobra un sueldo, y, por supuestísimo, nadie pone en duda que haya que pagarlo.

Pues también hace falta poner capital, porque para que la actividad funcione hay que pagar todos esos costes y, generalmente, antes de poder vender y, por supuesto, cobrar. También hay que poner capital para pagar los bienes de inversión necesarios para realizar la actividad, los ordenadores, mesas, sillas, la maquinaria, las instalaciones. Todo eso no sale de la nada, se paga y, por tanto, hace falta poner capital.

Si no hay expectativas de beneficio, no hay inversión; y si no hay inversión, no hay actividad económica. Y pensemos una cosa, de toda la cadena de cobros y pagos, el único que garantiza el pago al resto de operadores, es decir, proveedores, acreedores, trabajadores, etc., es el que pone el capital, y por ello es el último en cobrar. Es, por tanto, el que más riesgo tiene en la operación, pues anticipa el capital y arriesga a perderlo, y el que, por tanto, debería de tener mayor remuneración, pero ¿cuánto es suficiente?

Juego de suma cero

Falta otro ingrediente en la ecuación. Dado que el beneficio se calcula como la diferencia entre ingresos y gastos, se supone que cuanto mayor sea el beneficio, menores serán los gastos, y los gastos, como ya habíamos visto, están formados por las compras a proveedores y otros acreedores y, por supuesto, los sueldos. Y aquí está el meollo. Si hay beneficios, es porque se podría haber pagado más sueldos y no se ha hecho. Es decir, se crea un juego de suma cero entre sueldo y beneficio. Lo que le quito a uno, se lo pongo a otro, y viceversa.

Y este juego de suma cero tiene consecuencias perversas y destructivas, porque simplifica todo el equilibrio de ingresos y gastos, cobros y pagos, competencia de la empresa, mercado laboral; y lo convierte en una disputa entre empleador y empleado por ver quién se lleva el dinero, con el añadido de que socialmente uno es el “malo” y el otro es el “bueno”.

Qué pasa si no hay beneficio

Pero ¿qué pasaría si el beneficio fuera 0? ¿Pierde alguien? Seguro que habéis oído más de una vez esta afirmación, “si no hay pérdidas, nadie pierde”. ¿De verdad nadie pierde?

Pensemos en una sociedad cotizada. ¿Qué pasa con la cotización de una empresa cuyo beneficio es 0? No tiene pérdidas, pero tampoco gana nada. ¿Subiría en bolsa? ¿Bajaría? Evidentemente bajaría, luego quien tiene acciones de esa empresa perdería. Pero salgámonos de la bolsa. pensemos en un negocio cualquiera, ¿invertirías tu dinero en una empresa para no ganar nada? Es decir, tu aportación de capital, que servirá para financiar toda la operativa de la empresa, las compras, los suministros, los gastos, los sueldos… pagas a todo el mundo, todos sacan su margen, pero tú, que lo estás financiando, no recibes nada. ¿Invertirías? ¿Por cuánto tiempo? ¿Eso sería sostenible?

Mucho o poco

Como guinda final el debate sobre la cantidad. Si el beneficio es mucho es otra maldad más del empresario. Se le adjudican adjetivos como inmoral, obsceno, pero son muchos o pocos con respecto a qué.

La medida de “mucho” o “poco” no es objetiva. Que una empresa tenga unos beneficios de, digamos 1.000 millones podría parecer mucho, pero si estos 1.000 millones suponen el 2% del total de ventas a lo mejor es muy poco. Querría decir que de cada euro ingresado sólo 2 céntimos serían beneficios, el resto remuneraría el resto de la cadena de valor, compras, suministros, sueldos, etc. Si para obtener esos 1.000 millones hemos invertido 5.000, nos daría una rentabilidad del 20%, y esto quizá sea mucho, pero si hubiéramos tenido que invertir 50.000 nos estaría dando sólo un 2% y esto quizá sea poco.

Pero que sea mucho o poco no tiene nada que ver con la moral. Tendrá que ver en función del cómo he generado ese beneficio, pero no del beneficio en sí mismo. Pero en cualquier caso es un debate ideológico, que no moral.

Conclusión

Pues bien. El beneficio sirve para remunerar la financiación de los medios de producción y, por tanto, no es algo bueno o malo. Como los sueldos no son buenos o malos. Las personas trabajamos a cambio de una remuneración, y el capital se invierte a cambio de una remuneración, y si dicha remuneración no existe, ni el trabajador trabaja, ni el empresario invierte. Todo lo demás es ruido que no conduce a nada.

Por ello, la próxima vez que escuches una crítica random sobre el beneficio piensa si eso es en realidad bueno o malo

Por cierto, si necesitas que te ayude a medir tu beneficio, te propongo una reunión personalizada para valorar tu caso particular. Para ello, rellena el siguiente formulario:




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